martes, 27 de enero de 2009

¿Es usted un alfeñique de 48 kilos?



Existen momentos en que dos son multitud; el ditirambo solitario por calles desconocidas tiene su toque libertario, me detengo aquí, saco una foto allá, charlo con este por acá.

Siempre me he sentido mas cómodo y seguro caminando solo que ante la presencia de una mujer; hay una irrefutable razón para ello; uno se sabe un cobarde, uno más o menos sabe como puede reaccionar ante un caso extremo y eso es mas que suficiente razón para evitar que una mujer también lo sepa. Además, si yo camino solo por un territorio poco amistoso, los malandras se acercarán en busca de simples bienes materiales –no es que no me preocupen- pero mi reloj o mi celular jamás me dirán que me comporte como un cagón.

Desde la revolución neolítica pasando por todas las revoluciones tecnológicas, científicas e ideológicas hasta el día de hoy, la humanidad tiene una proclama en sus labios: la “ley del más fuerte” ha sido superada por la razón, que hoy uno vale por su intelecto y no por sus músculos, que el tamaño de las personas está en su capacidad cognitiva y no en su talla… pues bien va siendo hora de que eso se desmienta.

Uno camina acompañado por una dama a altas horas de la noche por un barrio decididamente hostil, al doblar una esquina se topa con un personaje oscuro, libidinoso, de dos metros treinta, que atraca a su compañía con frases un tanto subidas de tono referidas a las partes curvas de la chica. ¿Cómo reacciona usted que es un pusilánime, un enclenque de 48 kilos, que jamás peleó con nadie en su vida? Seguramente su postura ante el hecho será de espanto y horror, sobre todo si su adorable compañía insulta al parroquiano, mientras se aferra de su flaco brazito buscando resguardo, es en esos momentos donde a usted la realidad lo aplasta; ¿Cómo actuar ante tan evidente infortunio? Si usted es un gallina como yo, seguramente se hará el que no oyó nada, apurará el paso y dirá frases como: “calláte boluda” rezando por que el intruso se aleje perdonándole la vida.

Les aseguro que esa situación no tiene retorno, a partir de ese momento su pareja lo verá como a una niña, jamás volverá a ocupar el lugar de hombre en la visión de esa muchacha, su relación, está destinada al fracaso.

Es por eso que desde aquí proclamo y reclamo que el Estado nos brinde armas a los hombres débiles –no solo eso- que permita disparar absueltos de pena si las circunstancias –como la ilustrada- lo requieran y ahí sí… que se vengan nomás… que se hagan los guapos, que como ya se sabe, esos, se terminaron con la invención de la pólvora.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente, muy bien , ya era hora que alguien dijera la verdad y terminara con la mentira y rompiera con el mito de que la razon puede mas que la fuerza. Totalmente identificado con el relato, aunque yo este bastante pasado de los 48 kilos, la situacion podria ser mucho peor, se imagina usted y un grupo de amigas (pongale dos, tres o mas), dentro de las cuales esta su amada, la que usted pretende se fije en su persona. Podra imaginarse que pasara lo mismo pero multiplicado por la cantidad de damas que lo acompañen,las que esperaran que usted haga algo, lo miraran fijamente presionandolo y las que luego aconsejaran a su amada de que usted no es un buen partido.
En fin, yo tambien le escribi a Charles Atlas.

Blondiepower dijo...

Cuando lei el titulo pense que seria una nota a Alcuri.